Jornada 12: Real Zaragoza 0-2 Granada CF

A LAS PUERTAS DEL INFIERNO

Cayó Idiakez, quien no dio con la tecla adecuada para revertir la racha que hundía jornada tras jornada al Real Zaragoza en la clasificación. Y llegó Lucas Alcaraz, un técnico con experiencia. Pero tras dos partidos con el nuevo técnico al mando de la nave zaragocista, y tras lo visto sobre el césped, nada parece haber cambiado.

El equipo sigue proponiendo lo mismo: nada. El equipo sigue cometiendo los mismos errores: muchos. El equipo sigue viéndose superado, jornada tras jornada, por el rival. Nada cambia.

Da igual el entrenador o los jugadores que salten al césped, nada sale. Y no parece reaccionar el equipo. Lucas Alcaraz parece cometer los mismos errores que su antecesor. No acierta con los once iniciales y, además, tampoco aporta al equipo con las sustituciones.

Y la afición, a las duras y a las maduras con el equipo, reacciona. Pero en lugar de exigir a sus jugadores para que den el máximo, deciden emplear el humor para expresar su desencanto. Craso error, en mi opinión, ya que nos jugamos bastante como para andar con bromas (hago referencia a cuando parte de la afición realiza la ola, a modo de ironía, en momentos en los que el equipo no sabe qué hacer con el esférico y se lo pasa entre los defensas centrales sin patrón de juego alguno). Debe exigirse al equipo mucho más. ¿Tanto como para luchar por el ascenso? No lo sé, el paso de las jornadas nos lo dirá. Pero mucho más que lo que se le exige ahora, que es superado partido tras partido por el rival y ocupa puestos de descenso a Segunda División B por primera vez desde 1947, seguro.

Nuestro equipo se hunde y es responsabilidad de todos sacarlo a flote. Aplaudir con las orejas cualquier acción del equipo y no exigirles nada está claro que no ha funcionado. Se debe exigir tanto a los que se visten de corto como a los dirigentes. Porque el club de nuestras vidas puede estar ante sus últimos meses de vida y nosotros, sus fieles escuderos, observamos a su lado como se consume sin apenas hacer nada por remediarlo.