LaLiga 1|2|3
2016/2017
8ª jornada (1/10/16)
MAL EL EQUIPO Y PEOR EL ARBITRO.
O AL REVES
No darse nunca por vencido es una consigna
aplicable a cualquier ámbito de la vida y el fútbol no es una excepción. La
rendición y la bajada de brazos que mostró el equipo la pasada jornada en Soria
preocupaban al técnico Luis Milla, quien no veía los motivos para tirar la
toalla. No existía lugar mejor para redimirse de los errores cometidos en Los
Pajaritos que La Romareda. Ante los suyos, los pupilos de Milla tenían la
oportunidad de volver a la senda de la victoria y continuar con el pleno de
puntos como local. Enfrente, un conjunto aspirante al ascenso, el Córdoba. El conjunto
andaluz viajaba a tierras mañas con el objetivo de romper la fortaleza aragonesa
y llevarse de vuelta algún premio. Para seguir haciendo de La Romareda un
seguro de vida y pese al resultado negativo de la jornada anterior, Luis Milla
decidió alinear de inicio a los mismos once jugadores que en el encuentro
anterior.
Imprecisión e indecisión. No, no son dos
jugadores del conjunto blanquillo. Se trata de las muestras constantes que
reflejaba el Real Zaragoza sobre el campo: Portero nervioso debido a pasadas
actuaciones, defensa insegura con dos laterales empeñados en no aportar nada
positivo y dos centrales que tan pronto te dan una de cal como otra de arena,
mediocampo insuficiente con un Zapater que no llega a todo (indudable el
sacrificio y esfuerzo del ejeano) y con Ros (no se encuentra sobre el césped) y
Morán (está para echarlo a los leones. O, por lo menos, mandarle un tiempo al
banquillo o a la grada) deambulando sobre el campo y una delantera con Ángel
desubicado en la banda, Lanzarote a cuenta gotas y Muñoz desaparecido en punta.
Resumen completo de lo que fue la primera
parte. Una llegada visitante por la banda izquierda hasta el área zaragocista
fue frenada bruscamente por Casado, quién cometió penalti. La pena máxima fue
materializada por el jugador con pasado zaragocista Rodri, quien batió sin
problemas a Irureta y adelantaba a su equipo en el marcador.
La nula capacidad de reacción demostrada por
el equipo en Soria tras encajar gol pintaba un horizonte muy negro para los
aficionados zaragocistas. Afortunadamente, no tardó demasiado en reaccionar el
conjunto aragonés. Y, como no, fue a balón parado. Y, como no, Lanzarote fue el
asistente, esta vez, desde la esquina. El extremo sacó de nuevo su magia y
Cabrera, tras peinar el balón Casado en el primer palo, culminó el truco de
magia enviando desde el área chica el balón al fondo de las mallas.
Pero
al partido le salió un protagonista inesperado, el colegiado. El arbitro del
encuentro creyó insuficiente su rol de secundario y decidió tener mayor
protagonismo. Volviendo al juego, el conjunto local seguía con su juego
horizontal mientras que los visitantes trataban de mantener el orden defensivo
y atacar por las autopistas que los blanquillos tenían en las bandas (por
fortuna, no supusieron demasiado peaje a los aragoneses). Se llegó al descanso
no sin antes presenciar el espectáculo montado por el árbitro, quien amonestó a
Lanzarote por algún motivo (sólo el colegiado sabrá el porqué de la tarjeta
amarilla).
El paso por vestuarios dejó a Isaac en la
banqueta, relevado por Fran. El guion de la segunda mitad estuvo marcado por
los andaluces, quienes tomaron el control del esférico gracias a la inaptitud
de Ros y Morán (el primero ha demostrado con anterioridad que sabe hacerlo
mejor, pero al centrocampista vasco todavía se le espera que demuestre aptitudes
validas) y al cansancio físico de Zapater. Las escasas ocasiones de peligro
creadas por locales manaban de las botas de Lanzarote y apenas cabe destacar un
disparo de Ángel que acabó cerca del banderín de córner (muy mal en la
definición Ángel, pero al menos se mueve y trata de crear peligro. Cosa que el
delantero centro titular del partido de hoy no ha demostrado en los minutos
disputados durante su corta estancia en el club). Viendo que el cansancio hacía
mella en los jugadores visitantes, Milla decidió dar frescura a la banda y dio
entrada a Edu García, quien saltó al césped por Muñoz y pasó ocupar la banda
izquierda dejando a Ángel como referencia arriba. Pero el zaragozano, pese al
indudable esfuerzo, no pudo actuar de revulsivo y no supuso el efecto que
buscaba el técnico turolense con el cambio. También saltó al césped, ya en la
recta final, y en lugar de un pésimo Ros, Pombo. El canterano trató de dar
orden a la medular pero no sirvió de mucho su entrada ya que el partido estaba
condenado al empate. Salvo que algún error de los locales les volviese a
condenar o bien porque el arbitro quisiera culminar su nefasta actuación con
otra aberración más. Nada de esto último ocurrió y los blanquillos continúan invictos
como locales aunque pierden una oportunidad de recortar puntos a sus rivales.
Próxima jornada ante el filial sevillista en
su feudo.
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